La tarea del profesorado incluye asegurarse de que la experiencia de aprendizaje sea positiva, y para ello, es fundamental crear actividades que permitan a cada estudiante aproechar sus puntos fuertes para tener éxito. Para lograrlo, es necesario mantener un enfoque flexible y adaptarnos a las diferentes necesidades, pues lo contrario afectará negativamente su motivación y autoestima. Asimismo, debemos trabajar para que todas y todos se sientan seguros, reconocidos y desarrollen un sentido de pertenencia dentro del aula y la comunidad educativa.
Parte del trabajo del profesorado consiste en garantizar que la experiencia sea positiva creando actividades que permitan al alumnado aprovechar sus puntos fuertes para tener éxito. Esto implica mantener un enfoque flexible en nuestras clases; podemos seleccionar un enfoque para la clase que no se alinee con los puntos fuertes de un alumno o alumna y, si nos negamos a transigir y adaptarnos, este puede desanimarse si no es capaz de satisfacer unas exigencias que no se alinean con estos puntos fuertes. También significa trabajar para garantizar que nuestro alumnado sienta seguridad, reconocimiento , y con un sentimiento de pertenencia a lo largo de toda la experiencia de aprendizaje.
Es importante ser cuestionar nuestros supuestos cotidianos, ya que estos pueden influir en la selección de materiales y ejemplos que no se alinean con la diversidad y realidades del alumnado. Por ejemplo, referirnos a experiencias universales que no lo son (como ir al cine con ambos padres o celebrar la Navidad) puede hacer que algunas personas se sientan excluidas o marginadas. Por ello, es fundamental tener en cuenta las diferentes estructuras familiares y realidades culturales presentes en el aula al diseñar cursos y materiales.
Para mantener la motivación del alumnado, es importante que vean la relevancia de lo que están aprendiendo y los beneficios que les puede aportar (a corto y largo plazo). Para ello es clave mantener una comunicación abierta que permita escuchar sus intereses, prioridades y opiniones a la hora de presentar los contenidos de los aprendizajes.
Un enfoque participativo requiere que el profesorado renuncie a la idea de que «somos los que más sabemos» y se abra a escuchar distintas perspectivas, incluidas la de la institución y la del resto del equipo docente, pero también la que corresponde a las necesidades de su alumnado y sus familias.
A la hora de garantizar la participación del conjunto estudiantil, hay que tener en cuenta algunos obstáculos, como las resistencias a cambiar rutinas o práctica establecidas, las actitudes paternalistas o el hecho de que los niños y niñas más jóvenes no suelen tener la oportunidad de compartir sus opiniones. Además, el alumnado no siempre recibe suficiente información sobre los asuntos escolares como para sentir que pueden opinar sobre ellos. Esta falta de comunicación contribuye a que la juventud se sienta desanimada, frustrada o incluso temerosa de compartir cualquier crítica relativa a las políticas o normas.
Para fomentar la participación de la juventud y la infancia, se proponen algunas recomendaciones:
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